presentación
Proyecto de cooperación europea
2021 → 2024
La cuestión de lo común está cobrando un peso cada vez mayor en el debate público. Y no estoy seguro de que siempre debamos felicitarnos por ello. A menudo queda reducida a un mero asunto de buen uso de los recursos, a la administración responsable y sostenible de los bienes comunes. Ello la despoja de su densidad política real, negándole así su transcendencia crítica. Lamento también que con demasiada frecuencia se debata sobre los retos de lo común sin vincularlos con las prácticas sociales, sin las cuales, no obstante, la idea misma de lo común se desvanece: las prácticas de cooperación, de puesta en común o incluso de democracia radical. Lo común será político o no será. Será rebelde o no será. Será cooperación o no será.
Le commun oppositionnel, Pascal Nicolas-Le Strat
Desde 2006, la asociación invita a artistas a residencias de creación que tienen lugar en el barrio de Blosne, en Rennes. En 2016, la asociación concibió un nuevo proyecto — Segunda residencia — que se desarrolla a partir de entonces a escala europea y en cooperación con una red de socios multidisciplinarios europeos. Dicho proyecto propone cuestionar de manera transversal un espacio compartido, un espacio común de todos: el espacio público.
Espacio público:
«Designa todo espacio, en su acepción tanto física como virtual, accesible por todos y capaz de reflejar la diversidad de las poblaciones y de los funcionamientos de una sociedad urbana».
Extracto del Dictionnaire critique et interdisciplinaire de la participation (Diccionario crítico e interdisciplinario de la participación), París, GIS Démocratie et Participation, 2013.
El título del proyecto, Segunda residencia, hace referencia a aquellos lugares de veraneo a los que acudimos para reponer fuerzas, alejarnos de lo cotidiano o tomarnos un tiempo para pensar. En este caso, el concepto se traslada a territorios que tradicionalmente no están presentes en el imaginario colectivo, como aquellos donde vamos a pasar algunos días de descanso. Este cambio obliga a dar un paso a un lado y permite arrojar una nueva mirada sobre las problemáticas suscitadas.
La idea consiste en reunir durante una semana, en un apartamento de inmersión en un territorio, un equipo inédito formado por:
→ un(a) artista,
→ una persona que viva o trabaje en el territorio en cuestión,
→ una persona que trabaje en la gobernanza de la ciudad (cargo electo o agente de un colectivo).
Los tres conviven juntos durante una semana compartiendo tanto tiempos de trabajo en común como momentos más informales de la vida cotidiana (comidas, veladas, desayunos).
A partir del tema de trabajo que se les proporciona*, deben desarrollar una reflexión colectiva que alimentará una futura realización artística. Dicha reflexión incorpora su exploración del barrio y sus encuentros con las personas que viven y trabajan en él todos los días. Un cuaderno diario permitirá documentar el proceso de creación y conservar un registro de los intercambios, los encuentros y los hilos de pensamiento emprendidos en esta fábrica de «lo común».
Después de una semana de trabajo colectivo, corresponderá al artista realizar, en un plazo de tres meses, una obra resultante de la reflexión común del equipo durante la residencia. A continuación, dicha obra deberá presentarse en el espacio público.
*Grupos de reflexión, compuestos por personas de todas las procedencias: personas que viven dentro y fuera del territorio, responsables políticos, investigadores, estudiantes, etc., se reunirán en cada una de las ciudades del proyecto antes de la residencia. Cada grupo de reflexión elaborará, a escala local, las directrices éticas del proyecto y definirá el tema de trabajo que se proporcionará a los tres participantes de Segunda residencia.